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Recuerdo que observaba con asombro cuando una serie de manifestaciones de masas, motivadas por el aumento del costo de vida y otros problemas económicos, destituyó al presidente Omar Hasán Ahmad al Bashir del Sudán este año. No podía imaginar que eso ocurriera en Puerto Rico. Había crecido pensando que los puertorriqueños simplemente aceptaban su suerte en la vida. Claro, los estudiantes universitarios o los grupos sindicales estallaron en protesta de vez en cuando, pero con el tiempo esas protestas se amainarían.Durante un poco más de dos semanas, comenzando con una protesta de docenas de activistas, cientos de miles de personas se tomaron las calles en protestas diarias (y nocturnas), a menudo desafiaron la represión salvaje de la policía, y gestaron un movimiento que está decidido a transformar las condiciones intolerables soportadas por los aproximadamente 3.5 millones de puertorriqueños, y forzando la renuncia del odiado gobernador.
— Laura Oliviera Robles, una joven periodista independiente puertorriqueña, New York Times, 25 de julio de 2019
¿Cómo pasó esto?
No es posible entender esto sin partir de la realidad más básica de Puerto Rico: que durante 120 años ha sido una colonia de Estados Unidos, que su economía en conjunto ha sido dominada y distorsionada para servir a la acumulación de riqueza de Estados Unidos y que su gobierno, incluida su fuerza policial notoriamente brutal, corrupta y represiva, fue establecido por Estados Unidos y existe para servir a su control sobre el pueblo puertorriqueño, mientras que una pequeña capa de puertorriqueños de “élite” opera esta maquinaria y recolecta su “tajada” de las ganancias.
Esta realidad ha hecho que llevar una vida digna en Puerto Rico sea casi imposible, lo que obligó a millones de personas a abandonar su país de origen para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esto ha llevado a una crisis económica devastadora que está truncando las esperanzas y los sueños de millones de personas. Y todo esto llegó a un punto álgido cuando el gobierno de Estados Unidos prácticamente abandonó a Puerto Rico a raíz de los huracanes Irma y María, lo que condujo a miles de muertes innecesarias y un sufrimiento intolerable para millones de personas. Todo esto, a su vez, ha agravado enormemente otras miserias, incluida la violencia entre las personas, y especialmente la violencia doméstica contra las mujeres.
No obstante, y aún así, parecía que, como dijo la anticitada periodista, hubo poca protesta sostenida y parecía que “los puertorriqueños simplemente aceptaron su suerte en la vida”.
Y entonces…
El martes 9 de julio, Sandra Rodríguez Cotto, una bloguera local, filtró una pequeña cantidad de chateos entre el gobernador Ricardo Rosselló y su entorno íntimo en que hicieron comentarios anti gay, misóginos y ofensivos sobre los puertorriqueños. A esto le siguió el 10 de julio, el arresto de la secretaria de Educación de Rosselló y otros altos funcionarios por cargos de corrupción.
La convergencia de estas dos cosas comenzó a desgarrar la fachada de legitimidad del gobierno, tanto que Rosselló, en medio de una excursión en crucero por Europa, dejó atrás a su familia y voló a casa para pedir disculpas y sostener reuniones de la mañana a la noche con funcionarios de alto nivel de su Partido Nuevo Progresista (PNP). (El PNP, que promueve la estadidad de Puerto Rico, controla las tres ramas del gobierno).
Incluso en esa etapa inicial, algunos líderes del PNP pensaron que la situación era insostenible y que los chateos “podrían arrastrar hacia abajo a todo el partido en la isla”.
El jueves 11 de julio, los activistas (no más de 100) realizaron la primera protesta en frente de La Fortaleza (la mansión del gobernador) con el llamamiento a que Rosselló renunciara.
El sábado 13 de julio, todas las 889 páginas de los chateos secretos fueron divulgadas por el Centro para el Periodismo de Investigación de Puerto Rico: un torrente de “bromas” anti-mujer y anti gay, así como una discusión sobre desatar a la policía y otros actos de violencia contra sus políticos enemigos, y bromas sobre las personas que murieron a raíz del huracán. Como escribió la profesora Marisol LeBrón de la Universidad de Texas: “Lo que el chateo deja en claro es que el arreglo político actual no puede proporcionar un futuro [digno] para los puertorriqueños. Es por eso que la gente se está tomando las calles — no solo para exigir la renuncia de Rosselló, sino también para expresar claramente que la situación política actual es inaceptable”.
Las protestas a gran escala comenzaron a cuajarse a diario, y todas las noches, frente a La Fortaleza, algunas de ellas de decenas de miles de personas.
El mismo día, el secretario de Estado de Rosselló renunció, proclamando que fuera su “obligación moral”.
El domingo 14 de julio, Rosselló fue a una iglesia evangélica para buscar la “contrición pública” y apuntalar el apoyo de los conservadores cristianos, una parte importante de la base del PNP.
Las manifestaciones de masas contra Rosselló siguieron creciendo.
El lunes 15 de julio, nuevamente, las protestas de nuevo pusieron bajo sitio a la mansión del gobernador. Aunque las cosas fueron pacíficas durante muchas horas, al oscurecer, la policía de repente declaró ilegal a la gran multitud y ordenó que se dispersara, luego atacó rápidamente con gas lacrimógeno, gas pimienta y balas de goma. Aparentemente, esperaban que pudieran dispersar de esta manera al movimiento pacífico; un policía incluso se jactó (en un feo juego de palabras con la consigna de los manifestantes de que “somos más y no tenemos miedo”, que “Y la calle limpiecita y eso que eran más y no tenían miedo, se les olvidó que nosotros somos menos pero tenemos mucho gas” (énfasis agregado)
Pero en lugar de quebrar la resistencia, estos ataques deslegitimizaron aún más al estado y llevaron a una proliferación de protestas, que abarcó una combinación de protestas importantes bien organizadas (a menudo convocadas por las fuerzas políticas que apoyan la independencia de Puerto Rico) con un fenómeno de “autoconvocados”, las protestas auto-organizadas por individuos, grupos pequeños, etc. que podían incluir la lectura en masa de la constitución, cantos, yoga o muchas otras expresiones. Estos autoconvocados atrajeron a más personas y abrieron una amplitud mucho mayor, y más de un sentido de que “El Pueblo” estaba de un lado y el gobierno ilegítimo estaba del otro.
El miércoles 17 de julio, decenas de miles de personas se unieron a una marcha encabezada por celebridades populares puertorriqueñas como Bad Bunny, Residente y Ricky Martin. Y otra vez el jueves y el viernes los manifestantes rodearon la mansión del gobernador.
El sábado por la noche, el 20 de julio, la policía volvió a atacar a la gente fuera de la mansión; las batallas campales continuaron hasta entrada la noche y algunos periodistas informaron que el Viejo San Juan se parecía a una “zona de guerra”.
El apoyo en la clase dominante se estaba derrumbando. Un artículo del 20 de julio en el Miami Herald revela por qué:
Si el esfuerzo no lleva a la destitución de [Rosselló], según dicen algunas personas, podría servir de confirmación de un temor cada vez más generalizado de que los puertorriqueños comunes tienen poco o ningún control sobre su futuro político y económico...El Miami Herald citó a un sociólogo nacido en Puerto Rico:
Todas las alegaciones —y especialmente el chateo— revelaron las sospechas de muchos de nosotros de que provenimos de un país de dos realidades... Una es una clase política poderosa que controla todas las esferas de poder, que hace lo que quiera sin temor a las repercusiones. La otra es de una clase social que se siente estancada y desesperanzada, que ahora se ve fortalecida por el hecho de que no tienen nada que perder, política y socialmente, excepto la dignidad y el respeto. Esta situación ha tocado un nervio colectivo que, en mi opinión, no se emancipará hasta que [Rosselló] renuncie.Sin embargo, a pesar de su pérdida de legitimidad en la población y la falta de apoyo de la clase dominante, el domingo 21 de julio, Rosselló anunció que no iba a renunciar (aunque prometió no volver a postularse).
Esto enfureció aún más a las masas, pero también puso un reto. Una joven que había regresado del continente para unirse a las protestas dijo:
Con el paso del tiempo, nos cansaremos, y ese agotamiento nos consumirá, y ahí es cuando tendremos que decidir si nos detenemos o vamos allí [a La Fortaleza], incluso si tenemos que inflar un colchón y dormir en San Juan. Pero vamos a tener que hacerlo, porque ahora somos nosotros los que decidiremos qué va a pasar aquí.Este es el espíritu que prevaleció, y el lunes 22 de julio, cientos de miles de personas, y un amplio espectro de puertorriqueños, salieron bajo una lluvia torrencial, se apoderaron de una carretera importante y, nuevamente, se enfrentaron a policías hostiles, con una firmeza de que Rosselló debía largarse. La misma joven lo explicó de esta manera:
Me di cuenta de que esta isla es un tesoro, y todos lo sabemos. Así que nos hemos levantado, nos hemos despertado y estamos aquí porque no vamos a abandonar nuestra isla. No la vamos a dejar y la vamos a defender, ya que es lo más precioso que tenemos.Por fin, quedó claro que no había salida para Rosselló. Aunque daba largas otro par de días, el miércoles 24 de julio, cerca de la medianoche, anunció que iba a renunciar al 2 de agosto.
¡Las calles de San Juan estallaron de alegría!
La renuncia de Rosselló es una gran victoria: la filtración de los chateos, así como los arrestos de funcionarios corruptos abrieron una ventana sobre la naturaleza opresiva del régimen, y al emprender acciones decididas, comenzando con solo unas pocas personas, los activistas y las amplias masas lograron entregar un repudio contundente a la forma en que han sido tratadas y maltratadas por toda la maquinaria política en Puerto Rico.
Queda por abrirse el camino para salir de la miseria y la opresión, y por formarse un partido revolucionario de vanguardia. Pero esta lucha ha facilitado que las personas en Puerto Rico, y en todas partes, sueñen con nuevas posibilidades, para el presente y el futuro.
¡Adelante!
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